5 CONSEJOS PARA LEER LA BIBLIA

(Tiempo estimado: 3 - 6 minutos)

Muchas veces he escuchado de personas que me cuentan que no tienen mucho tiempo para leer su Biblia. En mi caso personal, me encanta tener ratos largos de lectura bíblica en las mañanas, mientras me estoy tomando una taza de café. Pero hay ciertas mañanas en las que, por diferentes razones (ejercicio, una reunión de trabajo, familia, etc.), no cuento con el mismo tiempo que usualmente dedico a esta disciplina espiritual. Gracias a Dios que nuestra salvación no depende de las obras o la cantidad de versículos que leemos al día, pero definitivamente la lectura de la Palabra de Dios no debería ser algo negociable dentro de nuestras actividades diarias y más bien debería de ser una prioridad. 

En realidad es una maravilla y un honor tener la Biblia en nuestro idioma y a nuestra disposición. Cada palabra de la Biblia está inspirada por Dios y nos acerca más a Él, nos permite conocerlo y aprender sobre las promesas que tiene para nosotros, para así poner nuestra fe en Jesús y ser salvos por fe. Ya sea que leamos un par de versículos o todo un capítulo, Dios nos habla y nos revela su Palabra. Nuestra falta de tiempo no debería ser un pretexto para no leer nuestra Biblia. Siempre hay una manera. 

¿Confío que la Biblia
es para mí?

Les comparto algunos consejos que yo aplico en esos días en los que no cuento con el tiempo deseado con la esperanza que les pueda servir a ustedes también. Comienzo leyendo un pasaje corto para luego aplicar los siguientes puntos:

1. Adorar 
Siempre es importante comenzar adorando a nuestro Dios por su carácter, su obra en Jesucristo, su pureza y la perfección de su ser. De esta manera, establecemos el centro de nuestra lectura y recordamos que la Biblia tiene un autor principal que es el creador del cielo y la tierra. Él es el único digno de nuestra adoración. 

¿Cómo vemos a Dios y su obra en nuestro texto? ¿Qué parte nos apunta a Jesús? 
Esto nos lleva también a una actitud de agradecimiento hacia nuestro Dios y Padre. Buscamos reflejada su misericordia y favor sobre nuestra vida.

2. Preguntar
¿Cómo me veo yo reflejado en el texto? La Biblia es dirigida a nosotros, los seguidores de Cristo. Es importante no enfocar la luz del texto hacia otras personas, sino aprender, ser reprendidos, corregidos o instruidos en la justicia (2 Tim 3:16); así, primero nosotros, para luego compartirlo con los demás. Estas preguntas muchas veces pueden llevarnos a tener una actitud de confesión, lamento o arrepentimiento, mientras que otras pueden llenarnos de gozo, esperanza y paz cuando leemos las promesas de Dios sobre nuestra vida. Es importante buscar palabras en el pasaje que nos incluyan como, por ejemplo: nuestra, ustedes, imaginarnos, nosotros. O bien, cuando el texto nos está dando una instrucción, por ejemplo: vivan, esfuércense, tengan cuidado. También, en los evangelios, Jesús usualmente se dirige al pueblo, a los fariseos/maestros de la ley o a sus discípulos, entonces, podemos vernos reflejados en alguno de ellos.

3. Confiar
Dependiendo de la actitud que generó en nuestro corazón el vernos reflejados en el texto, la pregunta principal que debemos hacernos en este punto es: ¿Confío en que esto es para mí? Entonces, es importante recordar que la Biblia es autoridad, es suficiente, no tiene error y es la Palabra de Dios. Si en el pasaje leemos una promesa de Dios, es importante confiar en que, al poner nuestra esperanza en Jesús y su obra, nos incluye. La Biblia no nos dice todo lo que queremos saber de cualquier tema, pero sí nos indica todo lo que necesitamos saber sobre los temas más importantes. 

En ella podemos encontrar las buenas noticias del Evangelio para el perdón de nuestros pecados. Es por eso que es tan importante confiar en sus palabras y considerarlas verdad, para ser santificados (Juan 17:17). Solo a través de la Palabra podemos tener vida en el nombre de Jesucristo. Cada libro, cada capítulo, cada versículo, cada línea y cada palabra ha sido inspirada por Dios, por ende, la Biblia es la verdad de Dios, quien es perfecto y no puede mentir. A la vez también Dios es justo, en consecuencia, podemos sentirnos confrontados cuando comprendemos que debemos cambiar alguna actitud de nuestra vida para huir del pecado que nos asedia.
La sumisión a las Escrituras es sumisión a Dios. La Biblia nos fortalece para resistir el sufrimiento y nos da conocimiento y opciones para tomar decisiones difíciles. ¿Confiamos en la Palabra de Dios?

Nuestra falta de tiempo no debería
ser un pretexto para no leer nuestra Biblia.

4. Meditar
¿Qué significan entonces estas palabras en nuestra vida? ¿Cómo podemos asombrarnos por la Palabra de Dios? ¿Debo cambiar algo? ¿Debo tomar alguna decisión? ¿Puedo descansar en las Palabras de Dios? ¿Las creo? 

Todas estas preguntas pueden rondar nuestros pensamientos en el transcurso del día. Podemos meditar en una decisión o en una verdad que nos dé esperanza. Al igual como podemos enfrentar las tribulaciones de nuestro día meditando en lo que leímos en nuestro corazón y en nuestra mente. Personalmente, me ha servido para contarle a alguien más acerca de lo que leí y compartirle de Dios con una palabra de ánimo.
“Hazme entender el camino de tus preceptos y meditaré en tus maravillas” (Salmo 119:27)

5. Orar
Finalmente, y no menos importante que ninguno de los otros puntos, es finalizar nuestro tiempo ante la Palabra de Dios orando. Orar la Biblia es un excelente ejercicio. Podemos pedirle ayuda a Dios para someternos a su Palabra, para confiar vernos reflejados en ella. Podemos agradecer a Dios por su gracia, misericordia y bondad sobre nuestras vidas. Podemos entregarle áreas de nuestro corazón que aún no le hemos entregado. La Palabra de Dios es revelada por Él. Debemos pedirle que revele a nuestro corazón lo que quiere enseñarnos cada vez que abrimos la Biblia. Sin el poder de Dios, la Biblia no transformaría nuestras vidas (Salmo 119:18)

La Palabra de Dios está viva, es la manera en que Él nos habla y nos instruye. Pidámosle que podamos ver la Biblia como un regalo y sea un privilegio y un gozo poder adorar, preguntar, confiar, meditar y orar por medio de ella.


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