LIDERAZGO DE VERDAD

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Hace más de 12 años, por las muchas vueltas que da la vida, le pedí a mi mejor amiga que se convirtiera en mi novia. Ella que conocía toda mi historia en relaciones anteriores, se negó y me dijo que ella no estaba dispuesta a que yo le hiciera lo que les había hecho a varias de mis novias de juventud. Yo en mi inmadurez al encontrar cosas superficiales que no me gustaban en esas personas terminaba la relación con mucha falta de compromiso. A pesar de la negativa de Luciana, yo insistí, sabía que ella era mi complemento perfecto para servirle a Dios y que era una mujer excepcional.

Después de mucha insistencia ella accedió a ser mi novia, pero me advirtió claramente que debíamos establecer límites para que yo no hiciera lo de siempre. Juntos convenimos en que esta relación debía de ser duradera, que su terminación jamás podía ser por cosas superficiales y que ambos debíamos tomar decisiones basados en Dios y no en nuestros sentimientos. Así empezó nuestro noviazgo y yo duré más o menos 60 días para intentar terminarle. Digo intentar porque al decirle a Luciana que ya no quería que fuéramos novios ella no me lo permitió. Yo estaba lleno de temores y juicios; pero ella se había dado cuenta que no había razones de peso y yo estaba siendo inmaduro y egoísta. Quien hoy es mi esposa, 12 años después mostró de una manera brillante un gran liderazgo, apegándose a los valores convenidos antes de la relación y no permitiéndome romper mi parte del pacto por superficialidades.

Necesitamos ser buenos administradores
de lo que hemos recibido

Mucha de la falta de liderazgo en nuestros días, tanto fuera como dentro del pueblo de Dios, recae en la carencia de fidelidad. Somos rápidos para adquirir compromisos solemnes y prometer ciertos comportamientos, pero el apego a nuestra palabra es muy efímero. Luciana, mi esposa, el día que yo decidí salir huyendo se paró firme y aunque fue una situación incómoda, sostuvo los compromisos y valores que habíamos establecido desde el principio. Esto es lo que necesita poseer un verdadero líder dentro de su saco de herramientas, una gran determinación por no dejarse quebrar por las dudas y buscar respaldo en lo que se sabe que es verdad.

Miguel Nuñez; médico, pastor y profesor del Southern Seminary, habla así del liderazgo: “la tarea del líder está relacionada con la habilidad para conducirse moralmente a lo largo de la vida, tener disposición para cumplir la responsabilidad dada por nuestro creador sobre la visión de la vida y del trabajo que se nos ha dado.” El líder entiende que la mayoría de su trabajo es mantener la ética y la integridad por la mayor cantidad posible. Liderazgo tiene que ver con mantener los más altos valores no sobre grandes hazañas. 

Al pensar en liderazgo hay una característica que me parece indispensable, la fidelidad. Cuando Pablo el Apóstol se refiere a su querido compañero Timoteo, se refiere a él cómo alguien “fiel” (1Cor 4:17). Pablo le está escribiendo a muchas personas acerca de las cualidades de la persona que lo acompaña y la que decide resaltar es la fidelidad. ¿Por qué? Si lo pensamos bien no hay otro rasgo tan importante y que nos de tanta confianza. Si te recomiendan a alguien para un trabajo, para que sea tu amigo o tu pastor y son capaces de decir que es alguien sumamente fiel, estarás tranquilo. La Biblia habla continuamente de la fidelidad, “dichoso el siervo a quien su amo encuentre trabajando y administrando bien las cosas que le dio” (Mateo 24:45-51). Tanto en nuestro matrimonio como en nuestras amistades, en nuestra iglesia y en nuestro trabajo necesitamos ser fieles, necesitamos ser buenos administradores de lo que hemos recibido y como dice la parábola multiplicar nuestros talentos.

Liderazgo tiene que ver con mantener
los más altos valores no sobre grandes hazañas

La palabra fidelidad en muchas instancias de la Biblia tiene que ver con cuidar lo que Dios nos ha dado, específicamente se habla de que somos como un banco, hemos recibido un “fondo” y debemos cuidarlo. Pero como bien lo decía Miguel Nuñez, la buena administración debe de ser a largo plazo. En estos días me he dado cuenta de que los grandes líderes de la historia son aquellos que han mantenido su disposición por muchísimos años. Una cosa es ser humilde y trabajador por 10 años, pero lograrlo por 30 o 40 años es una proeza. Dejemos de pensar en liderar por poco tiempo, lo que necesitamos son herramientas para hacerlo por todos nuestros días. Pensemos en matrimonios de por vida y relaciones duraderas, eso hace la diferencia.

Es tan importante la fidelidad y ser hallado digno de confianza que esto es lo primero que Dios le dice a su siervo cuando llega y lo recibe en Mateo 25:23, “siervo bueno y fiel entra en el gozo de tu Señor.” Dios no nos está esperando con una lista basada en los números que obtuvimos en nuestra vida, no nos pedirá cuentas de nuestra popularidad o cargos, su mandato y pedido es que seamos personas que cuiden muy bien lo que tienen durante todos los días de su vida.

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