LO QUE DIOS HIZO EN SEATTLE

(Tiempo estimado: 4 - 7 minutos)

Es prácticamente imposible tener el honor y la responsabilidad de pastorear una comunidad de fe en Jesucristo sin estar atento a las posibles mejoras o ajustes que se podrían hacer. La iglesia del Dios viviente es un organismo vivo siempre cambiante y por eso requiere de intervenciones constantes de parte de sus líderes o de sus miembros. Por esto, hace unos cuantos días otro pastor y yo asistimos a un entrenamiento en Seattle, E.E.U.U. Nuestra ambición nunca fue aprender algo nunca escuchado o recibir palabras que jamás hayan cruzado nuestros oídos, sólo queríamos escuchar de parte de otros hermanos en la fe, al otro lado del continente como están adorando a nuestro Salvador y dándole forma a su iglesia con el Espíritu. 

Uno de los entrenadores era de descendencia italiana y el otro indio. De inmediato esto pone las cosas en un lugar único, porque escuchar el Evangelio de sus labios involucraba no sólo traspasar culturas sino hemisferios y familias. Pero lo glorioso de todo el asunto es que el Evangelio no fue nada diferente. Más adelante quiero relatar como la manera en que lo aplican, sí tiene sus variaciones, pero las buenas noticias son la mismas: Cristo Jesús, Dios hecho hombre vino a la tierra para vivir una vida perfecta. Después de someterse al Padre por alrededor de 30 años se dejó crucificar por los Romanos como castigo por los pecados del mundo y después de ser sepultado resucitó al tercer día en gloria. Jesús volvió a la derecha del Padre y envió al Espíritu Santo a vivir en todos aquellos que pongan en Él su esperanza. Quien crea en este mensaje y siga a Jesucristo de todo corazón recibe justificación por sus pecados, es dirigido en un proceso de santificación donde el Espíritu Santo le enseña a decir no a sus deseos carnales y al final de ese proceso de asemejarse más a Cristo le espera la glorificación. Veremos a Dios tal como Él es, por eso seremos transformados y viviremos eternamente en el jardín perfecto totalmente rediseñado.

En Seattle el Evangelio fue el mismo que debería ser en todo lugar, pero recibirlo en otro idioma y por pocos minutos de unos extraños lo hizo muy dulce. No hay quien no pueda alcanzar este ofrecimiento, todos los seres humanos son especiales para Dios y quien abra la puerta será asombrado. No hay variación, si tus padres son de la India o de Puntarenas, Costa Rica eso no hace diferencia, la gracia de Dios que es su favor inmerecido te puede alcanzar. 

Dios nos ha dado dones a todos
dentro del cuerpo y todos
somos importantes.

Éramos unos 13 seguidores de Jesucristo dentro de un aula de una iglesia, porque afuera hacia un frío Nórdico. Después de entendernos los mismos por el poder de la Cruz hablamos de las implicaciones. Si Jesús murió por los pecadores y nosotros ahora somos pecadores perdonados, ¿cuál es nuestro papel como iglesia?; hacer discípulos que hagan más discípulos. La misión está clara, no sólo para nuestros amigos estadounidenses sino para nosotros también. No hay nada nuevo debajo del cielo, el plan de Dios es que el mensaje de Jesús y su amor se propaguen por medio de las vidas de los que han decidido creer. Hacer discípulos no se logra por medio de programas, no se logra por completo desde un púlpito o en una reunión llena de gente. Los discípulos se forman haciendo vida juntos, comiendo juntos, orando juntos y teniendo todo en común.

Dios fue tan dadivoso con nosotros en este viaje que no sólo nos confirmó la simpleza de su mensaje y de la misión, sino también nos mostró una nueva filosofía para nuestra iglesia. Las comunidades de nuestros nuevos amigos en Seattle no parecían formadas hacia arriba sino más bien eran extendidas. Con esto lo que quiero decir es que no tenían una estructura piramidal, sino horizontal. Los pastores son muy accesibles, pero no solo ellos sino todas las personas que integran la iglesia, ya que se tiene por entendido que todos cuentan. Dios nos ha dado dones a todos dentro del cuerpo y todos somos importantes. Los hijos de Dios tienen un pastor supremo que se llama Jesucristo y es únicamente hacia Él que debemos de dirigir la mirada. Esto no quiere decir que no hay ancianos o diáconos dentro de la comunidad que traen liderazgo y pueden ayudar, pero nunca deben de ser vistos como nuestra solución o como quien sostiene la iglesia, porque eso nos toca a todos.

Dios nos llamó a hacer discípulos
no a llenar auditorios

Otro detalle que se hizo inmenso en nuestro entrenamiento fue algo que nuestros amigos llamaron “fluidez del Evangelio.” Este concepto lo que sostiene es que el Evangelio tiene su propio lenguaje, las buenas noticias de Jesús son tan robustas y poderosas que conllevan una nueva manera de vivir y de hablar. Yo siempre había concebido que la gracia de Dios sobre mi vida me daba la oportunidad de vivir una nueva vida, pero no necesariamente con un nuevo lenguaje. La fluidez del Evangelio implica hablar a los demás y sobre todo a nosotros mismos de todas las cosas que Jesús hizo por nosotros. Debemos de tener muy cerca de nuestras bocas las definiciones del perdón de Dios, cómo hemos recibido una nueva identidad, la verdad de que hoy nuestros nombres están escritos en el libro de la vida y las muchas otras gracias de Dios. 

Muchas veces he escuchado de la necesidad de predicarme a mí mismo pero lo que fue nuevo para mí es la comparación entre ser fluido en un idioma y ser fluido en el idioma del Evangelio. Alguien que habla este maravilloso idioma, tal y como les pasa a otros que aprenden una nueva lengua, posiblemente sueñan y empiezan a pensar consistentemente en el idioma aprendido. Dios quiere que aprendamos a hablar de la misma manera que quiere que aprendamos a vivir. Cada vez que tengamos inseguridad debemos filtrar esa inseguridad por la verdad de Cristo. No soy insignificante, soy un hijo de Dios, no me define mi circunstancia sino la Cruz del Calvario. Eso es fluidez, eso es hablar la nueva lengua de los perdonados.

Hace poco empecé a aprender griego y es increíble la necesidad que tengo de volver al vocabulario para realmente aprenderlo. Las palabras se resbalan de nuestro cerebro si no permanecemos en ellas. Mis nuevos amigos me enseñaron que el Evangelio no sólo es buenas noticias para mi salvación, sino también buenas noticias para mi santificación. 

La tarea que nos dejó Seattle es monumental. Humildemente tengo que aceptar que necesito aprender un nuevo idioma. Creo que yo y toda mi iglesia necesitamos empaparnos en la gracia, en el sacrificio y en el nuevo amanecer que traerá nuestro redentor. Fuimos a Estados Unidos 2 pequeños pastores buscando opciones de cómo ser más fieles en nuestro llamado y encontramos 3 cosas las cuales quiero resaltar antes de terminar. La primera es que el mensaje es el mismo, sólo hay un nombre dado debajo del cielo por medio del cual podemos ser salvos y es el de Jesucristo. Lo segundo establecido en nuestros corazones fue la misión de hacer discípulos que hacen más discípulos. Dios nos llamó a hacer discípulos no a llenar auditorios. Y lo tercero, que sí fue nuevo, es que soy un ciudadano de un nuevo país y ese país tiene un idioma que necesito practicar todos los días para llegar a ser fluido para mí bien y la gloria de Dios.

 

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