
EL CORONAVIRUS Y LA SALVACIÓN
Este misterioso virus ha captado la atención de todo el mundo y ha tenido el poder de suspender muchísimas actividades. Ahora no solo es el Oriente del mundo que ha sido impactado por la enfermedad, sino que ya se han reportado casos en Brasil y otros países de Suramérica. El virus es letal y su ingrediente más sorpresivo es la capacidad que tiene para contagiar a múltiples personas. Mientras que un virus común que causa calentura o vómito puede contagiar a dos personas, el coronavirus (COVID-19) tiene el poder de doblar esta cifra. Si pensamos en ese efecto multiplicador, nos sorprenderíamos y nos podría pasar lo que a la mayoría del mundo le ha ocurrido: parálisis y una gran desesperanza.
Jesús dio su vida por mí para darme
una esperanza y ahora yo como su discípulo
debo hacer lo mismo
Existe una razón muy concreta por la cual estoy escribiendo acerca del coronavirus (COVID-19) y es porque en mi iglesia tenemos programado un viaje a Malasia en menos de 1 mes. Creo que un punto clave para entender mi preocupación es saber que nuestra comunidad de fe se reúne en San José, Costa Rica y en nuestro país ya se han reportado varios casos. La pregunta que salta a la mente es ¿por qué arriesgarse a ir al Oriente del mundo donde está latente la enfermedad, si aquí en nuestro país estamos a salvo por el momento? La razón es Jesús.
Nuestro viaje a Malasia tiene el propósito de generar relaciones con refugiados musulmanes para poder comunicarles el mensaje de salvación. Cristo Jesús, el hijo de Dios murió por todos los pecadores y todo aquel que confíe en su sacrificio en la cruz podrá ser perdonado de sus pecados en esta vida y en la venidera. Podrá disfrutar de libertad, de una relación permanente con Dios y una esperanza de vida transformadora.
Si pensamos lógicamente, nos daremos cuenta de que este viaje a Malasia significa exponerse en aeropuertos y lugares muy poblados, eso aumenta la posibilidad de contagiarse con el virus, pero la convicción de que las personas necesitan escuchar del amor de Dios, nos lleva a preocuparnos más por la eternidad que por el soplo de vida que nos queda en esta tierra. Yo entiendo que es algo difícil de digerir, de hecho, creo que muchos de los que vamos a Malasia no hemos terminado de procesarlo. Sin embargo, se condensa en una vida por otra. Con esto me refiero a que nosotros los costarricenses que tenemos fe en Jesucristo y, por lo tanto, vida eterna debemos estar dispuestos a ser contagiados con coronavirus (COVID-19) por solo tener la oportunidad de que una persona ponga su confianza en Jesús. Eso es una vida por otra efectivamente.
Pero, ¿no es eso lo que nos enseña la Biblia? Jesús dijo cuando lavó los pies de sus discípulos que Él nos estaba dejando un ejemplo, de modo que, así como Él estaba sirviendo a sus discípulos y sacrificándose por ellos, nosotros lo honraríamos si hacíamos lo mismo con nuestros semejantes.
Hubo un gran misionero llamado Jim Elliot que entregó su vida por los indígenas guaraníes de Ecuador. Este hombre servía con otros compañeros en la selva de Ecuador y tenían conocimiento de que los indígenas a los que esperaban visitar para comunicarles el Evangelio estaban dispuestos a quitarles la vida. La convicción de Jim de llevarles esperanza era tanta que hablando con un periodista le dijo lo siguiente: “Yo estoy listo para morir porque tengo a Jesús que me asegura la vida eterna, pero ellos no.” Jim Elliot y sus otros compañeros entraron varios días después en el interior de la selva y fueron masacrados por los guarane. Podemos pensar que la entrega de esos misioneros fue un desperdicio, o podemos apreciarla bajo el lente de la Biblia y concretar que fue mera obediencia por amor cristiano.
“La convicción de que las personas necesitan escuchar
del amor de Dios, nos lleva a preocuparnos más por
la eternidad que por el soplo de vida que nos queda
en esta tierra”
Jesucristo entregó su vida por nosotros, Él se hizo pobre para que nosotros fuéramos ricos y mi pregunta para mí mismo o para cualquier persona que lea este artículo es ¿qué espera Él de nosotros? Cristo murió para darnos vida y prepararnos para la vida venidera, el ministerio de todo cristiano es hacer lo mismo. El llamado no es para gente salvaje o gente radical, el llamado es para todos los discípulos.
Ir a Malasia en pleno brote del coronavirus (COVID-19) suena y es un acto loco, pero es así solo porque el desprendimiento en nuestro mundo es algo diferente. Jesús dio su vida por mí para darme una esperanza y ahora yo como su discípulo debo hacer lo mismo cuando la oportunidad se me presenta.
Las personas como yo que tienen dificultades con este tema de exponer sus vidas por compartir el Evangelio no necesitamos gastar tanto tiempo en decidir si debemos exponernos o no; nuestro tiempo y nuestro corazón en lo que debe meditar es en si hemos entendido el Evangelio. La Cruz fue necesaria para llevarnos al cielo, el Hijo de Dios tuvo que morir por ese costo. ¿Qué nos hace diferentes?