¿CUÁNTAS VECES ME TENGO QUE ARREPENTIR?

¿CUÁNTAS VECES ME TENGO QUE ARREPENTIR?

(Tiempo estimado: 3 - 5 minutos)

El arrepentimiento es una tristeza sentida de corazón por causa del pecado, describe el escritor Wayne Grudem y continua diciendo que ese arrepentimiento involucra una renuncia al pecado, tiene un propósito sincero de olvidarlo caminando en obediencia con Cristo. La definición anterior describe un acto en un momento específico, es aquí donde el pecador reconoce su condición y se aferra a la obra realizada por Jesús en la Cruz para el perdón de sus pecados. En un abrir y cerrar de ojos el velo es levantado convirtiéndonos en seres espirituales, pero este no es el fin de nuestro arrepentimiento, más bien es solo el inicio. Así es, los hijos de Dios nos arrepentimos para la salvación y nos seguimos arrepintiendo como muestra de esa salvación.

El Señor Jesús nos modeló orar de la siguiente manera: “Perdona nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores.” Si nuestra oración es sincera demostrará un dolor profundo por las veces que le hemos fallado a Dios y aún más importante, servirá de símbolo de las buenas actitudes que cosechamos en nuestro corazón. Creemos en Cristo una vez y para siempre, nos arrepentimos de nuestros pecados una vez y para siempre, pero El debe de ser vivido todos los días. Un seguidor de Jesucristo no se aparta de su maestro por un segundo, decide estar cerca para imitarle y para huir de la tentación en todo momento. Tal vez sea más fácil verlo como un pacto. Dios hizo un pacto de sangre con nosotros y al nosotros corresponderlo por medio de la iluminación de él, es que hemos pactado ser fieles en esa relación. Como sucede en un pacto matrimonial toda nuestra vida debe de verse afectada por el contrato realizado. Yo me debo a mi contraparte del pacto, cualquier otra relación a la que yo decida aspirar debe de estar supeditada a mi relación con Dios.

Arrepentirse es el acto producto de la gracia
reveladora de Dios a la persona de Jesucristo

En su segundo sermón, Pedro el Apóstol dice lo siguiente: “Para que sean borrados sus pecados, arrepiéntanse y vuélvanse a Dios, a fin de que vengan tiempos de descanso de parte del Señor.” Hechos 3:19 Esta declaración es única, es histórica, Pedro la hizo sólo una vez en Jerusalén para las masas que escuchaban, pero es práctica y aplicable para nuestro día a día. Las personas que escucharon a Pedro se arrepintieron en ese momento y pusieron su fe en Jesús, pero eso no quiere decir que nosotros no podamos o más bien, debamos hacer lo mismo. Hoy es un buen día para arrepentirnos y volvernos a Dios. Es preciso alejarnos de nuestros pecados, ofrecérselos a Jesús y así recibir gracia en el momento adecuado. No perdamos la promesa que arrepentirse trae: tiempos de descanso de parte del Señor. El que sigue a Cristo le da la espalda a los pecados de toda su vida el día en que llega su salvación, pero a partir de ese día le debe de declarar la guerra a todo lo rutinario que amenaza su santidad.

En los Evangelios encontramos alrededor de 4 palabras en el griego que hacen alusión al arrepentimiento, pero la palabra “epistrepho” en Lucas 8:55 nos da una connotación bastante reveladora. A diferencia de las otras apariciones aquí no hay un tema religioso sino físico y práctico. La niña que estaba muerta cambia su estado o más bien Jesús cambia su estado y ella pasa de estar muerta y acostada a ponerse de pie. Hubo un “arrepentimiento” en ella, un cambio de circunstancias gracias a la ayuda de Jesús. Personalmente siento que he experimentado este cambio muchísimas veces en mi vida cuando acudo a Jesús. He estado deprimido, sin fuerzas y sin esperanza, pero cuando buscó cambiar Él me bendice con arrepentimiento.

No perdamos la promesa que arrepentirse trae:
tiempos de descanso de parte del Señor.

Me atrevo a decir que el arrepentimiento no debe condicionarse a la noción de que es tristeza por los pecados, inclusive quisiera defender que es mucho más que darle la espalda a mis errores para ofrecer mi cara a Dios. Arrepentirse es el acto producto de la gracia reveladora de Dios a la persona de Jesucristo en donde nos vemos listos para cambiar, pero ese acto y ese sentimiento de amor se sigue repitiendo por el resto de nuestras vidas hasta la consumación final. Es importante resaltar que el arrepentimiento tiene presencia en las doctrinas escatológicas ya que quien se haya arrepentido gozará del Reino y quien tenga un corazón duro sufrirá juicio. En Lucas 23:39-43 Encontramos un perfecto ejemplo, al borde del juicio uno se arrepiente y es admitido en el paraíso y el otro se endurece, destinado al castigo de Dios. Arrepintámonos de corazón hoy, mañana y siempre ya que tenemos un sumo sacerdote que nos comprende en todas las cosas.

En conclusión, arrepentimiento no es sentirse mal por nuestro pecado es el estilo de vida que adoptamos como reacción al experimentar la gloria de Dios.

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