APRENDER A CONTROLAR EL CUERPO

(Tiempo estimado: 3 - 6 minutos)

El cuerpo es el conjunto de las partes que forman un ser vivo. Posiblemente después de esa definición nos hemos imaginado los brazos, las piernas y una cabeza, pero la verdad es que el cuerpo es mucho más que las partes visibles; de hecho, lo invisible de nuestro cuerpo es lo que gobierna todo lo demás. Por eso, es importante reconocer que como seres humanos necesitamos invertir mucho más en la parte interior que en la exterior, principalmente en el cerebro y en el alma, porque en ellos se encuentra nuestra torre de control.

Jesús les dijo a sus detractores en cierto momento que ellos se preocupaban por limpiar la parte de afuera del vaso, pero eso no era lo primordial; de ahí se entiende que lo que hace la diferencia es tener limpio nuestro interior: claro y nítido para que todo el cuerpo esté realmente sano. Claro está, nosotros no podemos limpiar nuestro interior, eso es algo que solo el creador de nuestro cuerpo puede hacer, y él ofrece ese trabajo en su hijo Jesucristo. Por eso toda persona que confíe en el hijo de Dios y de corazón le pida perdón por su inmundicia será perdonada; además, Dios enviará su Espíritu Santo a lo interno de las personas para que las gobierne, las guíe y las deje tan blancas como la nieve.

“Quien acepta que él mismo es su
propio enemigo ya va adelante”

Este ensayo no tiene como propósito hablar de la conversión. Mi meta es dirigirnos en los primeros pasos de control de nuestros apetitos, pero manejarnos por dentro tiene como requisito inicial y sustancial que Cristo viva en nosotros. El apóstol Pablo relata en su primera carta a los Tesalonicenses (4:3-4) lo siguiente: “La voluntad de Dios es que sean santificados; que se aparten de la inmoralidad sexual; que cada uno aprenda a controlar su cuerpo de una manera santa y honrosa.” De esta cita, lo que primero salta a mi atención es que debemos aprender a controlar nuestro cuerpo y esto incluye mucho más que la parte física.

Entonces, si necesitamos aprender algo es porque no lo sabemos hacer. Por ejemplo, yo estoy aprendiendo griego y me toma mucho tiempo entenderlo por la simple razón de que no lo sé. Pero, ¿estamos conscientes de que necesitamos aprender a controlar nuestro cuerpo? En la mayoría de situaciones solo vivimos como mejor nos parezca e implícitamente creemos que sabemos llevar adelante la vida con el cuerpo, pero lo que quiero revelar es que no lo sabemos a cabalidad.

El cuerpo nos gobierna y muchas veces no nos damos cuenta. Un ejemplo cotidiano es la comida; cuando estamos frente a algo que nos llama la atención en pocas ocasiones podemos aguantarnos el comerlo. De ahí que no es casualidad que una de las epidemias globales sea el sobrepeso; o sea, la glotonería. La gente no quiere estar enferma, pero son controlados por sus deseos de comer.

“El secreto está no solo en estar lejos
de la tentación, sino en estar en
la presencia de Dios.”

Otro ejemplo claro son los apetitos sexuales; si estamos frente a una imagen que nos cautiva, aunque sabemos que no es correcta, es prácticamente imposible voltear la mirada. Dentro de este aspecto entran los embarazos no deseados, pues son un fruto de la falta de control del cuerpo. Como cuando una pareja no puede controlarse ni esperar a tener las circunstancias correctas para compartir sexualmente, el resultado es que recibe una consecuencia contundente. El cuerpo nos inclina hacia el mal; por eso necesitamos aprender a controlarlo.

En este tema, quien acepta que él mismo es su propio enemigo ya va adelante; y quien llega a la conclusión de que nuestros cuerpos no son de fiarse ha crecido en sabiduría. De ahí que en el libro de Corintios Pablo nos habla de que estamos libres de hacer lo que deseamos, pero no todo nos conviene. Entonces, un ser humano sabio es aquel que tiene identificado claramente qué es lo que su cuerpo le pide que no lo llevará a un lugar seguro.

Para manejar el cuerpo de una manera santa y honrosa primero hay que aprender que el cuerpo no es nuestro. Dios nos dio nuestro cuerpo y su intención original fue que le reflejáramos con este cuerpo. La pregunta es: ¿cómo se refleja a Dios con nuestro cuerpo? Eso se logra siguiendo la guía de su Espíritu y no la nuestra. Al respecto, Romanos 8:13 dice que si seguimos la guía de nuestro cuerpo moriremos; pero si por medio del Espíritu damos muerte a los malos hábitos del cuerpo viviremos.

“Manejarnos por dentro tiene como requisito
inicial y sustancial que Cristo viva en nosotros.”

En el día a día lo anterior se traduce en obediencia. La mayoría de las veces cuando enfrentamos una oportunidad de controlar nuestro cuerpo estamos conscientes, sabemos que nos encontramos frente a una escogencia y en pocos segundos hay que confiar en Dios. Digo confiar en Dios porque al sentir la dirección clara del Espíritu Santo hay que entender que es Dios mismo queriendo conducirnos por sus caminos. Es Él queriendo darnos pan y leche sin cobro alguno, como lo dice Isaías.

Entonces, sí hay esperanza para todos los creyentes en el control de su cuerpo, porque la Escritura promete que si damos muerte a los deseos del cuerpo, por medio del Espíritu viviremos. Eso es un acto espiritual, es un acto de fe. Nosotros no vemos y a veces no entendemos cómo lo que nos pide Dios nos traerá mayor beneficio, pero conociendo su carácter y su amor hacia nosotros podemos ceder como un niño cede ante un padre bondadoso.

Yo no encuentro mayor consejo en la Palabra de Dios que para controlar los deseos del cuerpo lo mejor es mantenerme lejos de lo que me tienta. Por eso cuando me encuentro cerca de lo que me seduce tengo que decidir, tengo que obedecer a Dios; pero el secreto está no solo en estar lejos de la tentación, sino en estar en la presencia de Dios.

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