
NO TODO ES CONSTRUCTIVO
A veces es sumamente fácil leer nuestras Biblias, entender lo que el texto nos dice y salir caminando hacia nuestro destino con el propósito de aplicar lo aprendido. Eso es fácil, pero lo que toma sagacidad, lo que requiere de valentía y en muchas ocasiones inteligencia, es tomar las decisiones de nuestra vida diaria con la sabiduría de Dios en la frente y que esas decisiones sean acertadas. Algunos días serán decisiones relacionadas a con quien hacer negocios, en otros momentos tendrán que ver con cual persona iniciamos una relación sentimental, muchas veces requerimos iluminación para entender si debemos de ser parte de un nuevo proyecto o no; pero una muy buena parte de nuestras escogencias día tras día tienen como reto descubrir cuánto deberíamos ser parte de la cultura actual. La oración de Jesús en Juan 17:15 nos demuestra que la motivación de Jesús nunca fue sacarnos de la cultura, sino preservarnos en ella: “No te pido que los quites del mundo, sino que los protejas del maligno.”
Un discípulo de Jesús no busca estar recluido de la sociedad y vivir apartado de lo que está sucediendo, al contrario, un seguidor de Jesucristo permanece en el mundo donde su Maestro vivió haciendo lo mismo que su Señor: glorificando al Padre.
“Todo me está permitido, pero no todo es provechoso.” Estas palabras deberían inmediatamente traer equilibrio a la balanza que hemos estado construyendo. Si es necesario vivir en el “cosmos, sin pies que traigan las buenas nuevas nadie va a creer, pero debemos de desarrollar un criterio robusto para decidir de cuales actividades vamos a ser parte. Como hijos de Dios y miembros de la familia de los Cielos somos libres, ya no hay culpa en nuestras espaldas y nuestro registro delante de Dios es perfecto, pero esta hermosa realidad debería motivarnos a vivir en la gracia en lugar de darnos puerta abierta a la locura. Todo nos es permitido, pero no todo es provechoso, lo que Pablo nos está comunicando es que alguien que tiene una meta o que tiene una convicción dónde llegar y cómo llegar a ese lugar, tiene que tomar decisiones importantes que le afectarán en su camino.
Al final de cuentas Dios es quien nos debe dirigir a
hacer las cosas, solo Él conoce nuestro corazón.
Si alguna vez has sido parte de una competencia, sabes que el evento exige un comportamiento de parte de los atletas participantes. En los días previos los competidores deben de filtrar muchas de sus decisiones, qué comer, qué actividades hacer, estas decisiones son cruciales para llegar bien descansado y fortalecido a la meta. Con nosotros no existe ni la más mínima diferencia, si queremos llegar a las puertas de la casa construida por nuestro Dios de una manera honrosa será necesario diferenciar en nuestras vidas lo que es provechoso y lo que no. Provechoso es todo aquello que traiga valor a nuestro cometido y el cometido de un cristiano es ser más como Jesús.
La segunda parte de 1Cor 10:23 dice: “Todo está permitido, pero no todo es constructivo.” Mi interpretación del versículo anterior es que Pablo me está dirigiendo hacia la construcción, él quiere hacerme pensar en la gran realidad Bíblica de que Dios me dejó en esta tierra para construir su Reino y si yo encuentro trabas u obstáculos para construir en nombre de Dios debo evitarlos. Aquí es donde quisiera ponerme un poco más específico, yo tengo la convicción que un constructor del Reino de los Cielos considera su identidad dada por Dios como preciosa e inmerecida y justamente por eso se dedica a construir. Esto me hace pensar en los grandes personajes del “Gran Despertar” en nueva Inglaterra, hombres como Jonathan Edwards que decían no querer desaprovechar ni un momento de sus vidas.
Si hemos sido salvados por gracia para traer gracia, lo básico que debemos de aprender a hacer es aprovechar bien nuestras oportunidades. Algo importante es que los constructores no construyen todo el tiempo, cada trabajador necesita su espacio de descanso y de esparcimiento, pero ese espacio, si somos inteligentes coopera con devolvernos a nuestras tareas fuertes y motivados.
Una muy buena parte de nuestras escogencias
día tras día tienen como reto descubrir
cuánto deberíamos ser parte de la cultura actual.
¿Debe un cristiano ir al cine a ver una película como “El Guasón”? Lo primero que debe de ser establecido es que esta pregunta no la encontramos en el Canon tal y como nos la preguntamos entre nosotros por lo tanto debemos darle un espacio a su contestación. Yo pienso que no debemos de tener temor de dar nuestra opinión, pero creo que sí debemos de ser respetuosos de las decisiones de los demás. Hay atletas que comen muy saludable para llegar a la competencia y otros tienen hábitos diferentes. Con esto sí quiero decir claramente que ver una película sobre el mal y sobre personas afectadas severamente mentalmente que llegan a matar no es saludable en ninguna instancia. Puede ser que alguien decida ver una película de este tipo, ingresar a cierto lugar o relacionarse con cierta gente, pero que no se engañe que ahí no hay peligro, lo que sí puede existir es un bien mayor que nos lleve a sufrir un rato para después construir el Reino.
Tengo un amigo muy cercano que acaba de ver “El Guasón” y entendió muchísimo más acerca de la depravación total. Él está hoy más agradecido que nunca por la gracia de nuestro Señor Jesucristo, esas son cosas magnificas, pero nadie puede argumentar que mi amigo no tuvo también un deterioro. Un deterioro de su mente, de su tiempo y de su bondad. No estoy de acuerdo con alguien que dice que ver algo como “El Guasón” es lo mismo que ver una película fuerte en Netflix o una serie como “Friends.” El contenido no es igual de fuerte y jamás te bombardea igual. En fin, creo que si alguien está dispuesto a exponerse a cosas que no son agradables a Dios debe de ser con un fin supremo. Pensando que va a ir cubierto del Espíritu Santo para que eso sirva de peldaño en algo divino.
Para terminar, quisiera decir lo que realmente tengo en mi corazón. Filipenses nos lleva a considerar todo lo bueno, lo puro y digno de honra. Es un mandato y hay demasiadas cosas en mi vida que no están alineadas con eso. Para quien dice que si no podemos ver “El Guasón” no deberíamos ver una comedia con tintes sexuales, tiene razón. Esta película nos debe hacer reflexionar sobre lo que es provechoso y lo que es constructivo. Al final de cuentas Dios es quien nos debe dirigir a hacer las cosas, solo Él conoce nuestro corazón. Mi motivación para todo aquel que lea este artículo es que no se tome las cosas a la ligera y que ya sea que vaya al cine, vea una película, abra un libro o se transporte a la calle, lo haga con seriedad para glorificar Dios.