FAVORITISMOS

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Cuando era niño, mi padre era el director de una planta productora de cemento y todas las navidades, en la fiesta de fin de año, se organizaba un partido de futbol entre los hijos de todos los trabajadores. Yo no era muy buen jugador, pero como era el hijo del director de la planta, me otorgaban el privilegio de ser el capitán de uno de los equipos. Esto puede sonar inofensivo y talvez lo era. Sin embargo, debemos tener también en cuenta que nuestra sociedad está plagada de indiferencia y favoritismos, que no son el plan de Dios. 

Santiago 2:1- 4 Si estudiamos estos cuatro versos del segundo capítulo de Santiago de una manera expositiva, debemos prestar atención a todos los detalles que se describen. En el verso 1 el hermano de Jesús comienza con la frase: ¨Hermanos míos.¨ Santiago utiliza la misma frase cada vez que va a llamar la atención de la gente o comentar un tema difícil, como en el primer capítulo en los versículos 2 y 19. También podemos leer esa frase en el 2:5 y la razón es porque Santiago quiere que sus receptores lo perciban como un hermano en la fe, como alguien igual a ellos que está perseverando en la fe, que es hermano en Cristo y que comparte las mismas condiciones que ellos en este peregrinaje.

El tema principal del texto que estamos estudiando es la igualdad o, en otras palabras, evitar los favoritismos entre las personas y la manera en que Santiago aborda el tema nos debería enseñar algo, pues se pone al nivel de sus interlocutores y les hace ver que son hermanos que comparte con ellos las mismas necesidades por Dios.

Hacer acepción de personas no es simplemente
un mal hábito o algo descortés, sino un pecado.

Recordemos que Santiago fue, por un tiempo, el líder principal de la iglesia primitiva, él era el hermano de Jesús, no obstante, él se consideraba igual a sus hermanos en la fe dispersos por Oriente. El principio por rescatar es que nuestro puesto, nuestra sabiduría, con quién estamos o a quién conocemos no nos hacen mayores, mejores o diferentes de los demás, más bien nos dan la responsabilidad de velar por ellos.

Lo anterior debería llevar a cada uno de nosotros a preguntarse: ¿soy yo igual a Santiago? ¿Me reconozco como alguien en plena lucha de santificación o creo que le llevo ventaja a alguien? Recordemos las palabras del fariseo que decía: “Gracias Señor porque no soy como ese cobrador de impuestos, sino que hago esto...” Tengamos presente que no son nuestras obras las que nos encaminan a Dios, sino únicamente la sangre de Jesús y la gracia que nos la entrega. Si estás claro de la gracia, estás claro de que no sos mejor que nadie.

Quiero preguntarle a cada uno: ¿Cada vez que te dirigís a alguien lo hacés con la empatía de conectar con esa persona y comunicarle que estás ahí en igualdad de condiciones? Pensá en tu comunicación en tu casa, con tu esposa, hijos, adultos mayores y en el trabajo. ¿Hacés el trabajo de ¨hermanos míos¨, somos de los mismos?

Santiago es famoso por ser claro y hacer aseveraciones fuertes, en algún momento de la carta dice que una fe sin obras está muerta y transmite algo muy parecido cuando nos dice que una fe en Cristo no da cabida o simplemente no permite favoritismos o como dice otra versión: acepción de personas. 

Santiago 2:1 Dios nos escogió no por nuestro mérito, sino por su gran amor y eso mismo debería arrancar el favoritismo de nuestras vidas, ya que con la gracia de Dios en nuestras vidas estamos invitados a entregar la misma forma de vivir a otros. No medir si este o aquel merece algo, mas bien amarlos por igual. Proverbios 28:21 y Romanos 2:10-11. Hacer acepción de personas no es simplemente un mal hábito o algo descortés, sino un pecado. Es no entender bien el diseño de Dios y que su plan y gloria se manifiestan en su multiforme gracia.

Hay un versículo que encontré, que nunca antes había leído, en Levítico 19:32 que recoge la enseñanza bíblica de mostrar respeto a nuestras autoridades y doble honor a los pastores que enseñan, pero esto no va en contra del concepto que venimos tratando. Es lógico mostrar respeto a las autoridades que de alguna manera no mostramos a otros, lo preocupante es cuando vivimos y nos comunicamos como si alguien fuera más digno que otro. Imaginemos, por ejemplo, ¿cómo se expresaría Jesús de un inmigrante o un trabajador sexual?

nuestra sociedad está plagada de indiferencia
y favoritismos, que no son el plan de Dios. 

Cuando leemos acepción de personas o dar favoritismo, la palabra que se utiliza en el original es “prosopolempsia” que se refiere al hecho de levantar el rostro ante alguien con la idea de juzgarlo por las apariencias y sobre tales dar un favor especial. Esto corresponde a un juicio totalmente superficial sin considerar el carácter de una persona o sus verdaderos méritos. Es interesante porque leyendo al respecto parece que esta palabra junto con el sustantivo relacionado se encuentra prácticamente solo en escritos cristianos lo que nos muestra que era una práctica asumida por la sociedad y solo Dios podría cambiarla. Me parece que no es muy diferente en la actualidad, pues vivimos en una sociedad donde es normal ver por debajo a los que tienen menos posibilidades, no sentir responsabilidad por ofrecerles ayuda y que el dinero o la posición generen un sentido de superioridad falso. Pensando en esto, se me vinieron dos pensamientos a la mente: todos somos peregrinos en el mismo viaje y debemos vernos igual. Vean lo grave que es el favoritismo que cuando está arraigado en la persona determina quiénes son merecedores y quiénes no, cuando eso le corresponde solo a Dios.

Nuestro Señor Jesús fue conocido no solo por sus seguidores, sino también por sus detractores porque nunca dio lugar a favoritismos; Jesús trataba a un maestro de la ley de la misma manera que a una prostituta, y a un pescador como a un cobrador de impuestos. Creo que tenemos mucho que aprender acerca de la dignidad que Jesús les da a todas las personas, ya sea a un ladrón como a un familiar. Es más, la integridad de Jesús era tal en este aspecto que muchas veces su familia no entendía su amor hacia los demás como cuando él decía que la gente que lo rodeaba eran sus hermanos y hermanas.  Estoy seguro que Santiago recordaba esto con claridad. 

Lo que llevaba a Jesús a acercarse a las personas era la condición del alma. Veamos cuán importante es la imparcialidad para Dios que lo demuestra en la genealogía de Jesús donde encontramos notables santos creyentes como Abraham y muchas personas sencillas o mal portadas como Rahab. Jesús no nació en una ciudad gloriosa como Jerusalén, es más, creció en Nazaret,  ciudad  considerada  por los judíos como un lugar del cual nada bueno podía salir. Juan 1:46

Santiago 2:2- 4 Es importante entender el contexto en que escribe Santiago esta carta; en ese momento, la iglesia estaba creciendo y la mayoría de los cristianos eran pobres, por eso, leemos en el libro de los Hechos que era necesaria la repartición de los bienes y la ayuda entre todos. Por esto, tiene sentido el ejemplo porque las personas con dinero tenían varios anillos y los pobres ropa vieja. Otro elemento importante es saber que los lugares de reunión de las primeras iglesias no gozaban de muchas sillas, si acaso un par de bancos que estaban al frente del salón, de ahí que era muy crudo aceptar a un rico y llevarle hasta adelante quitando la oportunidad a otro de sentarse. De hecho aquí entendemos cuando Jesús habla de los escribas y maestros de la ley gozando de tomar las primeras sillas. Por lo tanto, el favoritismo puede caer en ambos lados, creo yo, al no darle una buena bienvenida al nuevo en la iglesia y discriminarlo por rico o tratarlo mejor de la cuenta solo por su riqueza. 

tenemos mucho que aprender acerca de la dignidad
que Jesús les da a todas las personas

No es fácil la decisión, pero quiero que pensemos con quién tenemos favoritismo si con los ricos y poderosos o con los pobres destituidos. Debemos darles honor a todos. Hemos ido aprendiendo que las palabras hacen gran diferencia y aquí en el verso 4, Santiago dice que dar favoritismo es discriminar: este sí, este no y eso es tener malas intenciones porque lo que yo quiero es sacar ventaja. 

Leer Romanos 15:5-7. En este pequeño texto hay varios conceptos muy importantes para poder vivir como Dios manda: 1. La armonía. Esto significa que cada uno haga su sonido cuando le corresponde y como le toca. Es no querer sobresalir ni robarse el show porque el show es sonar todos a una voz y bien. 2.Conforme al ejemplo de Jesús: él vivió paso a paso según su Padre para glorificar al Padre no a sí mismo. Él nos dio el ejemplo de servicio y de no discriminación. 3.Acéptense mutuamente: renuncien a qué pensarán y serán iguales. Acepten más, hablen menos y enójense menos.

Si el tema principal de estos primeros versos del capítulo 2 de Santiago es el favoritismo, quisiera terminar dejando luz en qué es lo que realmente Dios quiere de nosotros, claramente es ir más allá de lo superficial, pero ¿en qué nos debemos fijar? ¡En el corazón! De hoy en adelante, no te fijés en el dinero de las personas, en su poder, en su ropa, en su forma de hablar ni siquiera en su primera impresión. Dios nos invita a fijarnos en el corazón. En la Biblia hay muchas instancias donde encontramos los detalles importantes de Dios porque para Él no es solamente la forma, sino también el fondo; no se trata únicamente de hacer las cosas, sino que nuestros corazones estén en ellas.

 
 
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