OREMOS DIFERENTE EN ESTA NAVIDAD

(Tiempo estimado: 4 - 7 minutos)

Soy de las personas a las que les gusta mantener los mismos patrones, hacer las mismas cosas y seguir las mismas rutinas. Yo sé que sueno muy aburrido, pero quiero ser sincero, frecuento los mismos cuatro restaurantes constantemente, me acuesto a la misma hora aproximadamente seis veces a la semana y tomo dos tazas de café diarias prácticamente en el mismo horario todos los días. 

Si no lo han adivinado, soy un hombre de costumbres. Creo que esto se debe a mi crianza. Hacer lo mismo repetidamente de seguro me trae cierta seguridad y así no tengo que pasar por los momentos incómodos que originan las experiencias nuevas. Como estoy siendo sincero con ustedes acerca de mis costumbres, debo ser realmente sincero, pues creo que también pierdo al ser tan monótono. Lo nuevo trae emoción, decidir probar una comida, una actividad o nuevos horizontes nos sacan de lo usual y nos ayuda a madurar. 

Ayúdame a mantenerme sensible a tu Espíritu
y al verdadero sentido de la Navidad.

La razón por la cual les he contado mis patrones de conducta es porque cada diciembre me veo retado a experimentarlo de manera diferente. Lo más fácil sería no cambiar nada, pero en lo profundo sé que el nacimiento de Jesús me puede enseñar nuevas facetas de amor y misericordia conforme pasa cada año. ¿Tenés un plan para vivir la Navidad de una manera nueva y fresca? Cuando hablo de Navidad no me refiero a las comidas y las fiestas, sino al nacimiento del Hijo de Dios y lo que eso implica en nuestro interior.

Les quiero compartir mi acercamiento a la Navidad de este año 2020, la manera en que quiero vivir desde el día de hoy hasta el 25 de diciembre. Como ya les mencioné mi intención es ver a Jesús de manera diferente, es hacer cosas que me lleven a apreciar su gesto de amor de manera más cercana. De seguro no me será fácil o me saldrá natural, pero estoy convencido de que lo más valioso en esta vida cuesta y demanda disciplina e intencionalidad. ¿Estás listo para mi plan? ¡Voy a orar!

Las navidades anteriores mis oraciones han sido mañaneras y en la noche antes de acostarme. Estoy seguro de que he orado cada vez que me he sentado a comer y cuando me he reunido con algún amigo o he tenido una actividad especial, tanto de ayuda al prójimo como visitar a algún miembro de mi familia. Sin embargo, este año quiero orar cada vez que pueda y cada vez que recuerde lo cerca que está Dios de nosotros. Eso es la Navidad, como dice Juan 1:14 “Y el Verbo se hizo hombre y habitó entre nosotros. Y hemos contemplado su gloria, la gloria que corresponde al Hijo unigénito del Padre, lleno de gracia y verdad.” 

Las oraciones pequeñas en cada pequeño
paso abren la puerta al Espíritu de Dios
para darnos profundidad en El Niño nacido Rey.

Dios Hijo hizo morada entre los seres humanos para eventualmente morir en la cruz y pagar el rescate por nuestros pecados, pero antes de eso, para dejar claro su cercanía con nosotros, nació en Belén. Esta cercanía es llamada por alguna inmanencia que es lo opuesto de trascendencia. Dios trasciende nuestro conocimiento y nuestra presencia,  y  al mismo tiempo permanece cercano a todos aquellos que lo buscan de corazón. El pesebre en Belén grita “inmanencia”, nos dice que Dios está tan decidido de hacerse notar que tomó forma de hombre para vivir todo lo que nosotros vivimos y poder identificarse con nosotros. Precisamente, uno de los nombres que se le da a Jesús es Emmanuel que significa Dios con nosotros. Sí, Jesús fue y es Dios con nosotros y entre nosotros. Él se hizo accesible, por eso,  Él mismo que se describe en Mateo 11:28-30 como manso y humilde de corazón.

El anhelo de Dios desde que creó a los seres humanos ha sido hacer yunta con nosotros, estar a nuestro lado y dirigirnos. De ahí que nuestra vida se vuelve tan pesada porque no aprovechamos su oferta de cargar con nuestro yugo y hacerlo ligero. En el Nuevo Testamento encontramos promesas hermosas de como la oración nos conecta con Dios y nos quita peso. Pedro nos dice que “depositemos en Él toda ansiedad porque Él cuida de nosotros.” Pablo le dice a los tesalonicenses que oren sin cesar refiriéndose a la capacidad que tenemos las personas de ofrecer nuestras vidas a Dios en todo momento y a la capacidad que tiene Él de escucharnos.

Por eso, esta temporada de Navidad quiero orar diferente, no solo lo más seguido que pueda, sino lo más específico que quiero. Mi oración irá alrededor del tema de la cercanía de Jesús en mi vida. No se vale culparse o sentirse mal por haber olvidado orar, es solo una promesa conmigo mismo de que cada vez que recuerde a Cristo y la época en que nos encontramos, voy a declararle a Dios mi gratitud por su apertura de ayudarme con mi vida. La Palabra de Dios nos lo deja claro, aquel que toque se le abrirá, quien abra la puerta recibirá a Cristo como invitado.

Quisiera terminar imaginándome un día aplicando mi nueva estrategia. Me levanto y pienso en Dios o pienso que es tal día de diciembre y le digo a Dios en oración: “gracias, Padre, porque estoy en la temporada de celebrar tu nacimiento. Hay esperanza en el aire y celebración porque Tú, el sol naciente, trajiste luz en medio de densas tinieblas.” 

¿Tenés un plan para vivir la Navidad
de una manera nueva y fresca?

En la mañana, me apresuro en bañarme, en desayunar y me subo al carro. Cuando voy en el carro, el día está soleado y hay brisa que me hace pensar en Navidad, por lo tanto, recuerdo orar. La oración va así: “Jesús gracias porque puedo hablar en voz alta y saber que me escuchas. Gracias porque en estos días no solo puedo pensar en tu nacimiento, sino también en el mío. En mi segundo nacimiento, pues gracias a tu amor puedo ser tu hijo y ser ciudadano del cielo. Gracias por este clima, gracias por esta época. Ayúdame a mantenerme sensible a tu Espíritu y al verdadero sentido de la Navidad.” Pronto llego al trabajo y empiezo mis tareas. El día se torna bastante ocupado y por horas olvido la cercanía de Jesús, pero, caminando hacia el baño,  recuerdo mi nueva intención y oro en mi interior: “Gracias Dios, porque pensaste en mí.” Llego, el almuerzo, antes de comer me acuerdo orando así: “Señor, en un solo día he sentido intensamente tu presencia, no porque haya pasado algo fuera de lo normal, pero solo pensar en que naciste, en que viniste, en que te ofreciste, me hace sentirme amado y me recuerda que soy libre. Como dice la Biblia, en estos momentos te abro la puerta ven a mi corazón. Yo sé que estas aquí y estas palabras son solo para expresarte lo que quiero percibir. El abrazo que el Padre le dio al hijo pródigo es la razón por la cual los pastores cantan al recibir la noticia de tu nacimiento. Nos ha nacido un Salvador, un rescatador, alguien que vino y se acercó para recogernos.”

Como pueden apreciar, el día que me imagino no ha llegado ni a las 2:00 de la tarde y la sola conciencia del nacimiento de Jesús ha afectado mi día, mi corazón y mi espíritu. ¿Qué pasaría si decidiera involucrar a otros en mis oraciones? ¿Qué pasaría si vos decidieras tener un plan parecido para vivir el nacimiento de Jesús desde otra óptica? Las oraciones pequeñas en cada pequeño paso abren la puerta al Espíritu de Dios para darnos profundidad en El Niño nacido Rey.

 

 

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